AL DUEÑO DE LOS TRENES DE MI INFANCIA: MI PADRE.
Viajábamos en tren
(la catenaria fue siempre una palabra misteriosa),
dominabas el mundo de mi infancia,
las vías, los andenes y las máquinas:
inglesas, japonesas,
el mito de las que no pudieron
subir de nuevo el puerto…
¿Caducan los recuerdos?
-no lo sé-
las lágrimas, compruebo, no caducan.
¡En qué orfandad la muerte traicionera
me viene acomodando!
Me acecha tan de cerca
que, a veces,
puedo sentir su aliento a mi lado.
Tal vez la catenaria redentora
me encarrile de nuevo
y vuelvas a ponerme una moneda
-en la vía-
al paso de algún tren de pasajeros.
Viajábamos en tren
(la catenaria fue siempre una palabra misteriosa),
dominabas el mundo de mi infancia,
las vías, los andenes y las máquinas:
inglesas, japonesas,
el mito de las que no pudieron
subir de nuevo el puerto…
¿Caducan los recuerdos?
-no lo sé-
las lágrimas, compruebo, no caducan.
¡En qué orfandad la muerte traicionera
me viene acomodando!
Me acecha tan de cerca
que, a veces,
puedo sentir su aliento a mi lado.
Tal vez la catenaria redentora
me encarrile de nuevo
y vuelvas a ponerme una moneda
-en la vía-
al paso de algún tren de pasajeros.
3 comentarios:
Cuando leo tus poemas siempre me suena de fondo tu entonación. Es lo que hace recitar los poemas como tú lo haces.Mmmm deberías pensar en hacer audios con ellos, es una pena que quien no te haya escuchado como interpretas tus versos se pierda la magia con que los envuelves.
Un beso
una buena densidad poética, mi saludo desde colombia.
Un saludo también para tí, desde mi tierra de Asturias
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