lunes, 29 de marzo de 2010

MATERIAL DE DERRIBO, DE JOSÉ GARÉS CRESPO

Este es uno de los poemas del nuevo libro de José Garés Crespo, prologado por Hilario Barrero. He intentado subir una imagen de la portada, pero se ve que hoy la tecnología y yo no acabamos de entenderlo. Dejo el enlace a su blog para que poder visitarlo, lo de la foto lo intentaré en otro momento.


LA ESTRELLA FUGAZ

"Lo que llamamos el comienzo es a menudo el fin
y llegar a un fin es hacer un comienzo"
T.S. ELIOT



Te dirán que sólo fue un suspiro,
que nunca nadie pasó de la puerta,
que algunos murieron en el empeño,
que ni los dioses saben de la llave.
Ellos pelearon, sangraron, decenas
huyeron de la lucha, otros fueron
rehenes del amor. Puede que alguno
regentó la libertad de sus pasos.
Tratarán de consolarte. Te qieren.
Te mostrarán normas, consejos, recuerdos.
Son así, buena gente y no desean
que sufras, que llores, que vivas. Huye.
Todos fueron vencidos por el tiempo.

José Garés Crespo, de Material de derribo

lunes, 15 de marzo de 2010

MARCAPÁGINAS


No colecciono marcapáginas,
los uso,
igual que las palabras que desgasto
en llanto y beneficio
-siempre propios-
Nada hay más triste que las colecciones
acumulando polvo,
narcisistas y vanas.
Muertas siempre.

No colecciono miedos,
me asusta que me engullan si los guardo,
por eso los escondo en marcapáginas
que pierdo entre los libros
para nunca.

Igual que las palabras.

EM

martes, 9 de marzo de 2010

Mortajas, de Luis Miguel Rabanal

Y así termina el último libro (por el momento) de Luis Miguel Rabanal, Mortajas. Aunque se diga de él en la solapa de la portada: "Obra concebida y fracturada desde un principio como póstuma pero que, mira tú por dónde no hubo manera", yo me alegro de que no lo sea, porque así habrá mas. Y después de todo, las obras póstumas regalan muy poco al autor.



Esta ilustración, como las otras del libro, es de Amancio González Andrés, perfecta para el poema al que acompaña y para cerrar el libro.


Al que contempla más veces
se le cae el cabello también.
Me conoce el anestesista
y sabe de mis gustos, labios
no mutilados por el filo de la felicidad.

Nos falta la última ciruela,
los dedos que nunca van a reunir
su secreto y mi ternura.
Nos quedan tantas cosas
por hacer, el contagio de mi voz
por su silencio.

Al día siguiente nos verán sonreir
los armoniosos y los menos lúcidos.
Yo confío en la dosis exacta.
Sin mucho calor, sin despedidas.

Luis Miguel Rabanal, de Mortajas