LOCO
Apoyado en el quicio de la puerta
contemplo tu cuerpo,
y cada movimiento que haces es manso,
tan depurado que no logro ajustar la mirada.
Porque si no te pruebo,
en el quicio de la puerta
me desquicio.
Apoyado en el quicio de la puerta
contemplo tu cuerpo,
y cada movimiento que haces es manso,
tan depurado que no logro ajustar la mirada.
Porque si no te pruebo,
en el quicio de la puerta
me desquicio.
Guillermo del Pozo, de Segundos fuera.
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