No quedó en el sofá ninguna huella
de las tardes dormida entre tus brazos,
no están en el cajón tus calcetines,
ni tu voz escondida en los armarios.
No respiro tus besos en la almohada
ni almuerzo con tus manos.
No es justo que mi piel,
desobediente,
aún siga esperando
aquí, ansiosa, que tu piel regrese,
en un triste sofá desangelado.
EM
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2 comentarios:
Qué maravilla Esperanza...estoy emocionada.Nada más puedo decirte.un temblor, la poesía...besos
Muchísimas gracias, Marisa, me alegro de que te haya gustado. Este poema forma parte de un pequeño grupo de poemas que titulé "Desahucio" publicado en la revista "Luces y sombras" de Tafalla.
Un abrazo
Esperanza
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