Yo me callo, yo espero hasta que mi pasión y mi poesía y mi esperanza sean como la que anda por la calle; hasta que pueda ver con los ojos cerrados el dolor que ya veo con los ojos abiertos.
A veces se me escapan las palabras de las manos, no dicen lo que pienso, me traicionan y cuentan lo que siento.
Yo las miro, incrédula, extrañada, sigo su vuelo, absorta, con la vista, noto su dardo amargo en la garganta.
A veces las palabras se apiadan de mi, traen a mis labios tu piel, a mi alma tu beso, y luego, absurdas, caprichosas, se alejan con el viento, se giran y me guiñan ese dulce ojo azul que hoy no tengo.
(de Escrito con la a...)
El constipado del sol, con las ilustraciones de Elena Fernández
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