EPÍLOGO
Me arrepiento de tanta inútil queja,
de tanta
tentación improcedente.
Son las reglas del juego inapelables
y justifican toda, cualquier pérdida.
Ahora
sólo lo inesperado o lo imposible
podría hacerme llorar:
una resurrección, ninguna muerte,
Ángel González
lunes, 12 de enero de 2009
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3 comentarios:
Angel González, siempre necesario, siempre presente, siempre vivo en nuestra memoria poética.Un hombre excepcional. Un bello poema...
Un abrazo Esperanza.
Totalmente de acuerdo contigo, Marisa.
Un abrazo
Genial, como siempre. ¡Que poemazo!
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