MERIENDO ALGUNAS TARDES
Meriendo algunas tardes:
no todas tienen pulpa comestible.
Si estoy junto a la mar
muerdo primero los acantilados,
luego las nubes cárdenas y el cielo
-escupo las gaviotas-,
y para postre dejo las bañistas
jugando a la pelota y despeinadas.
Si estoy en la ciudad
meriendo tarde a secas:
mastico lentamente los minutos
-tras haberles quitado las espinas-
y cuando se me acaban
me voy rumiendo sombras, rememorando el tiempo devorado
con un acre sabor a nada en la garganta.
Ángel González.
Desde que estoy en Cangas este es uno de los poemas que me acompaña y que acaba consiguiendo que sonría, mientras veo las campanas de la iglesia desde la ventana... hay tardes realmente difíciles de tragar.
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5 comentarios:
En parte, la masticabilidad de una tarde depende con qué se aliñe la ensalada de la mañana.
Bonito poema.
Un beso
fantástica elección... y es que no todas las tardes son comestibles.
Me "asumo" a Fátima.
Ponles tu propio aliño.
Piensa en todas aquellas cosas que nunca pudiste hacer porque no tenías tiempo... y escribe, escribe, escribe...
Un beso fuerte
La nostalgia es un jardín vanidoso
que aguarda a que le ronde la tarde.
La memoria, esa marea que hiere
con sus olas de recuerdos y su luz.
de Restos de un naufragio
Gracias, chicas. Mi aliño son estos versos de Ángel González, entre otros (incluyo los de Natalia).
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