viernes, 1 de febrero de 2008

Meriendo algunas tardes, de Ángel González

MERIENDO ALGUNAS TARDES

Meriendo algunas tardes:
no todas tienen pulpa comestible.

Si estoy junto a la mar
muerdo primero los acantilados,
luego las nubes cárdenas y el cielo
-escupo las gaviotas-,
y para postre dejo las bañistas
jugando a la pelota y despeinadas.

Si estoy en la ciudad
meriendo tarde a secas:
mastico lentamente los minutos
-tras haberles quitado las espinas-
y cuando se me acaban
me voy rumiendo sombras, rememorando el tiempo devorado
con un acre sabor a nada en la garganta.

Ángel González.

Desde que estoy en Cangas este es uno de los poemas que me acompaña y que acaba consiguiendo que sonría, mientras veo las campanas de la iglesia desde la ventana... hay tardes realmente difíciles de tragar.

5 comentarios:

Fátima Fernández Méndez dijo...

En parte, la masticabilidad de una tarde depende con qué se aliñe la ensalada de la mañana.
Bonito poema.

Un beso

Tucuman 846 dijo...

fantástica elección... y es que no todas las tardes son comestibles.

Sombras en el corazón dijo...

Me "asumo" a Fátima.
Ponles tu propio aliño.
Piensa en todas aquellas cosas que nunca pudiste hacer porque no tenías tiempo... y escribe, escribe, escribe...
Un beso fuerte

Natalia Menéndez dijo...

La nostalgia es un jardín vanidoso
que aguarda a que le ronde la tarde.
La memoria, esa marea que hiere
con sus olas de recuerdos y su luz.

de Restos de un naufragio

Esperanza dijo...

Gracias, chicas. Mi aliño son estos versos de Ángel González, entre otros (incluyo los de Natalia).