jueves, 18 de junio de 2009

SOLEDAD

Era una multitud dañina
de uno sólo,
preguntándose siempre,
dudando a cada paso
si posar el talón, la puntera o el vértice
del alma.

Negando a cada paso
la sonrisa,
desordenando el llanto,
desdoblando el deseo
de serse de quererse y de encontrarse,
desmembrando la prisa
en gotas de reposo malogrado.
Doliéndose y mintiendo su abandono.

Era una multitud de muchas voces
y un solo nombre,
vulgar, corriente, desarmado y pobre.

EM

5 comentarios:

Adolfo González dijo...

Emocionalmente, Esperanza, poco inteligente esa soledad de la que habla tu poema. Uno es uno, vario, versátil, pero fijamente uno. Decir que uno es multitud es seguir sin juicio a la multitud de la que formas parte. De ese modo, Adolfo González no puede ser Luis Miguel Rabanal o Esperanza Medina o cualquier otro individuo: sólo puede ser Adolfo González.

Abrazos.

Esperanza dijo...

Adolfo, a veces hay muchos "unos" en conflicto dentro de cada uno de nosotros. Y al final, aún rodeados de multitudes, estamos solos. Posiblemente es una reflexión poco inteligente y muy contradictoria, es lo que tiene darle muchas vueltas a la cabeza.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Mala la soledad que te duele.
Dile que venga para que yo le pegue.

Sergio Astorga dijo...

Esperanza, soledad de soledades, múltiples, sonoras inhóspitas.
Excelente poema, me lo llevo prendido en el vértice o vórtice, o puntera o nada de mi nada.
Un abrazo no tan corriente.
Sergio Astorga

Esperanza dijo...

Sergio, puedes prender el poema donde quieras. Todo tuyo.

Un abrazo