miércoles, 24 de febrero de 2010

Guiñol

De momento éste es el poema favorito en mi aula esta semana. Nunca les pregunto qué les dice o por qué les gusta, pero cuando es así me piden que se lo escriba. Y es lo que hago, para que se lo puedan llevar a casa.


GUIÑOL

-BUENAS TARDES, PROFESOR…
(AL QUITARNOS LOS SOMBREROS
SE ESCAPAN CON UN CLAMOR
DE DESORDEN LOS JILGUEROS.)

- YO NO HE SIDO.
- YO TAMPOCO.
- ¿HABRÁ SIDO MI ALEGRÍA?
- CABALLERO, USTED ESTÁ LOCO.
- LLAME USTED A LA POLICÍA.

LLÁMELA QUE EN EL BOLSILLO
SE ME HA PARADO EL RELOJ
Y ME CANTA –CRI-CRI- EL GRILLO
DE MI –CRI-CRI- CORAZÓN.

(EN EL COLUMPIO, ADELITA
SE RÍE Y NO SÉ DE QUÉ,
NI QUÉ ME DA O QUÉ ME QUITA,
NI QUÉ, QUI, CO, CU, CA, QUE.)

Amparo Gastón y Gabriel Celaya.

domingo, 21 de febrero de 2010

El fín de semana perdido de José Luis Piquero

otro de mis regalos de Reyes...



RIMBAUD

Yo no quiero ser yo. La vida entera
la gasté en reinventarme, como un fénix doméstico.
Mefui sobreviviendo como pude.

Yo no sé quién soy yo. Tal vez la máscara
debajo de la cara. La pregunta.

Yo no pude ser yo. Y el minucioso
trabajo de vivir sin heroísmo se quedó para otros.
La verdad es la triste descripción del secreto.
No quise ser verdad. Quiero ser Nadie.

José Luis Piquero, de El fin de semana perdido

y otro de mis poemas preferidos en una entrada más antigua

jueves, 18 de febrero de 2010

de película

La mejor película de mi vida no la volveré a ver más, fue hace casi treinta años, en un cine que ya no existe. Sigue sobrecogiéndome pensar en ella, si vuelvo a verla quizás pierda esa sensación y no pienso arriesgarme.
Siento la angustia y la liberación de la última escena del "hombre elefante" cada vez que la recuerdo. Cuando al fín había conseguido su dignidad como persona decide perder la vida haciendo lo único que lo separa de la gente corriente: acostarse para dormir. No fue la historia, fue su final lo que me enganchó.
Supongo que las emociones no están en lo que vemos o en lo que leemos, están en nosotros y a mí me encanta que me pillen por sorpresa.




No sé muy bien por qué he recordado hoy esta película, hay otras muchas que me gusta volver a ver.

martes, 16 de febrero de 2010

de Carnaval

Este año no sacamos ninguno la cámara en Carnaval, así que no tengo fotos recientes. Pero tengo muchas en el baúl de los recuerdos, jeje. Éstas son de hace doce años (me acuerdo muy bien porque acababa de nacer hacía unos días mi hija pequeña)

Fue un traje muy divertido, que repetimos poco por aquello del frío habitual.


(con Juanra)



(con Marisa y Menchu)

miércoles, 10 de febrero de 2010

de Desahucio

No quedó en el sofá ninguna huella
de las tardes dormida entre tus brazos,
no están en el cajón tus calcetines,
ni tu voz escondida en los armarios.
No respiro tus besos en la almohada
ni almuerzo con tus manos.

No es justo que mi piel,
desobediente,
aún siga esperando
aquí, ansiosa, que tu piel regrese,
en un triste sofá desangelado.

EM

martes, 9 de febrero de 2010

Antonio Gamoneda


(La calle, de Botero, 2000)


Yo me callo, yo espero
hasta que mi pasión
y mi poesía y mi esperanza
sean como la que anda por la calle;
hasta que pueda ver con los ojos cerrados
el dolor que ya veo con los ojos abiertos.


Antonio Gamoneda

lunes, 8 de febrero de 2010

ocho de febrero de mil novecientos ochenta y seis

DE ANIVERSARIO




Así éramos hace exactamente veinticuatro años. Por supuesto hacía frío y llovía. Y no era lunes, estábamos de boda.

jueves, 4 de febrero de 2010

"La última vez", de Luis Miguel Rabanal

Mirar el mar con los ojos de mi hijo.
Esperar en cualquier momento el perfecto desvanecerse de las cosas y
permanecer aquí sentado mientras la vida se consume entre las uñas y
con exagerada sorna nos va marcando la hora en el reloj diminuto y
fosco la tarde.
Dejarse de bobadas.
Algún día nos costará muy caro este tiempo oscuro que hemos dejado
acontecer escribiendo palabras, palabras y palabras.
Aunque, tal vez, sea así mejor: desocuparse de todas las ruinas habidas y por haber y anotar en el negro cuaderno lo que de veras importa.
Mirar el mar con los ojos encrespados de mi hijo.


Luis Miguel Rabanal, de La última vez