Mirar el mar con los ojos de mi hijo.
Esperar en cualquier momento el perfecto desvanecerse de las cosas y
permanecer aquí sentado mientras la vida se consume entre las uñas y
con exagerada sorna nos va marcando la hora en el reloj diminuto y
fosco la tarde.
Dejarse de bobadas.
Algún día nos costará muy caro este tiempo oscuro que hemos dejado
acontecer escribiendo palabras, palabras y palabras.
Aunque, tal vez, sea así mejor: desocuparse de todas las ruinas habidas y por haber y anotar en el negro cuaderno lo que de veras importa.
Mirar el mar con los ojos encrespados de mi hijo.
Luis Miguel Rabanal, de La última vez
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1 comentario:
Hay comentarios para los que no tengo palabras...
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